Museo

Primero, porque nuestros antepasados, sin tener propiamente una conciencia ecológica, sabían que la relación con el medio debía asegurar la sostenibilidad de las actividades productivas y éstas no podían darse en un medio degradado.

Segundo, porque los sistemas y métodos agrarios hasta fecha reciente no permitían realizar -salvo casos puntuales- una sobreexplotación del medio.

Y tercero, porque la explotación del medio se reducía a los frutos que ésta producía y a las necesidades de la población.

Madera y piedra se extraían para la construcción popular; en consecuencia, los daños para el suelo y el bosque eran muy limitados. La labranza permitía la alimentación de animales y personas, sin que las roturaciones se extendieran más allá de la capacidad productiva y de las necesidades de cada uno. La caza y la pesca eran actividades que no amenazaban la fauna local. El agua, bien preciado siempre, se aseguraba con la limpieza de riberas, la construcción de pozos y la prácticamente nula contaminación de los cauces.

Este museo trata de exponer esa convivencia, ese modelo de sostenibilidad, en un mundo en el que los recursos naturales están amenazados. El reto actual reside en mantener el desarrollo económico de la comarca sin amenazar el medio, sin sobreexplotarlo. La situación actual permite ser optimistas: a diferencia de nuestros ancestros, hoy disponemos de la mentalidad y de la tecnología capaces de preservar el medio natural. La política medioambiental de las instituciones locales apoyada por la Unión Europea, la recogida de residuos, las depuradoras, la reducción del uso de fertilizantes y pesticidas químicos, los requisitos que deben cumplir las industrias, a regulación de la caza y la pesca, la protección de los bosques y la sensibilidad de la población son los instrumentos de los que disponemos para lograrlo.

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